
-1-
El oro disimula su
atuendo, el brillo
opaco que se abisma en
la hebra del desdeño,
dejando en su paso
una vaga caducidad,
alterando
los minutos de las cortezas
desgajadas.
-2-
La copa insiste su
plenitud, la ínfima
abundancia que se otorga en
la lujuria del banquete,
diezmando en su nombre
un inconcluso bálsamo,
maniatando
los grifos del imán
alterado.

-3-
La espada infiere su
herida, la inminente
sangre que se vaticina en
el retumbo del combate,
concertando en su respiro
una siniestra proclama,
desfigurando
los trazos del semblante
refractario.
-4-
El basto se erige sobre
la fortuna
y las evocaciones del
melancólico tahúr;
agravando en cada
partida, hartas dolencias,
inútiles ensoñaciones de
un infinito vacío
de plegarias y redenciones.
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