Saturday, August 05, 2006

* Cantos del Coyote Hambriento


El periplo del venado y el coyote. Embriagadas flores. El hambre de los tigres. Vaticinios y sacrificios. Cómo se llega al rostro vacío. La otredad infinita. Oráculo. Las plumas del ketzalli. Altivez cromática. Un ocaso fantasmagórico. El príncipe agoniza. Tambores de la lluvia. La falsa luna se muestra a los hombres.


-1-

El sol pierde sus hebras de oro catarata
y un gangrenario halo se encarna
en la tierra invisible.
El venado y el coyote reconstruyen
sus periplos
sobre una odisea de embriagadas flores.


-2-

La jugada del destino se agazapa
en lo más hondo del árbol,
negra,
como el hambre de los tigres
que estremecen el jade,
escarlata,
como el quetzal pincelado
de encajes auroras.


-3-

Un borramiento anticipado
por vaticinios y sacrificios
delata decadencias en el soplo solar
entre esqueletos conquistados
por la narcótica savia
de esmeraldas madreselvas
buriladas en claves lunares.


-4-

Como a un laberinto
de candados encriptados
se llega al rostro vacío,
con el collar del vértigo
de águilas
enceguecidas
por el huracán
del ojo de tinta negra.


-5-

Las tribulaciones no suspenden
las flores.
El claroscuro
del dual interrogante
palpita en la batalla interior,
su horizonte terrenal
busca correspondencias
en la otredad infinita.


-6-

El cantor sabe de la fugacidad
del oro y las plumas del ketzalli,
el jade sabe de templanzas y de bríos,
los tambores saben de rituales
y alabanzas.
Pero un rojo pájaro de presagio
atemporal,
cual oráculo entristecido,
interroga al Dador de Vida en cada trino
sobre visiones de velas y de yelmos.


-7-

Lluvias de cromática altivez
perpetúan en la tierra
descarnados acólitos,
espadas que sesgan
las flores,
los rostros,
la tierra.
Rodean la escena del arco iris
aves oscuras de un devenir guerrero.
El silencio desprendido
anuncia un ocaso fantasmagórico.


-8-

Papagayos dorados,
las sonajas y el cacao,
penachos sobre el príncipe
que agoniza,
Estéril, su pulida marcha
avanza hacia un cenit mortecino,
en los tambores de la lluvia
incendiados por un canto
condenado a la evanescencia
de la duración.


-9-

Un fulgor mantiene en vilo
al trueno comprimido,
los enrejados estallidos
lucen incapaces de perforar
sus redes inconexas.
Dormidas en el nervio,
pacientemente aguardan
certezas sumergidas
en mortuoria palidez.
Estigmáticos inciensos,
enajenados rituales,
pervierten y desfibrilan
contemplaciones.
Desmayada,
paranoica,
la falsa luna
se muestra a los hombres.


En memoria de Nezahualcóyotl

COMPILADO POR Fernando Marquinez y Carlos Ferreyra
Rosario, octubre de 2004.
Texcoco, 1472.

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