Tuesday, August 01, 2006

* NOTAS por Carlos Ferreyra y Fernando Marquinez



NOTA SOBRE TERTULIA POÉTICA

Poco sabemos, o mejor dicho , nada sabemos de Marq Maleev, desde ese frío atardecer que compartimos a la vera de la ruta, cuando se descompuso el colectivo que nos traía desde Villa Constitución, justo en un lugar bastante descampado. El estaba entre el pasaje, cuando nos apeamos. Nos invitó con unas petacas de licor, sacó una baraja de cartas españolas y nos invitó a jugar al chinchón por dinero.En los 45 minutos que duró nuestro encuentro, mientras esperábamos el otro colectivo, casi no habló. Sus facciones eran muy extrañas, estaba plagado de tics, tocaba su nariz reiteradamente y tosía. Parecía tener unos treinta y cinco años, tal vez más o menos. Anotaba el tanteador en un papel bastante sucio, con manchas cuya composición prefiero no imaginar. De más está decir que nos sacó el poco dinero que llevábamos, dejándonos ebrios y desplumados.. Al despedirnos, nos entregó el mugroso papel, anotando una dirección (por supuesto, falsa) y prometiéndonos la revancha. Nos encontramos con estos escritos fragmentarios que casi no corregimos, exceptuando algunos trazos ilegibles para los que usamos, nuestra imaginación y que decidimos dar a luz, mientras esperamos otro fugaz encuentro con este extraño personaje.

Carlos Ferreyra y Fernando Marquinez
Villa Constitución- Rosario, noviembre de 2003.



NOTA SOBRE TERTULIA POÉTICA apócrifa

Poco sabemos, o mejor dicho , nada sabemos de Marq Maleev, desde ese frío atardecer que compartimos a la vera de la ruta, cuando se descompuso el colectivo que nos traía desde Villa Constitución, justo en un lugar bastante descampado. El estaba entre el pasaje, cuando nos apeamos. Nos invitó con unos porros y unos pases, sacó una baraja de cartas españolas y nos invitó a jugar al chinchón por dinero.En los 45 minutos que duró nuestro encuentro, mientras esperábamos el otro colectivo, casi no habló. Sus facciones eran muy extrañas, estaba plagado de tics, tocaba su nariz reiteradamente y tosía. Parecía tener unos treinta y cinco años, tal vez más o menos. Anotaba el tanteador en un papel bastante sucio, con manchas cuya composición preferimos no imaginar. De más está decir que nos sacó el poco dinero que llevábamos, dejándonos drogados y desplumados.. Al despedirnos, nos entregó el mugroso papel, anotando una dirección (por supuesto, falsa) y prometiéndonos la revancha. Nos encontramos con estos escritos fragmentarios que casi no corregimos, exceptuando algunos trazos ilegibles para los que usamos nuestra imaginación y que decidimos dar parcialmente a luz, mientras esperamos otro fugaz encuentro con este extraño personaje.

Carlos Ferreyra y Fernando Marquinez
Villa Constitución- Rosario, noviembre de 2003.



NOTA(2) SOBRE CONSTELADAS OBSESIONES

El destino ha echado sus cartas y de manera artera nos ha llevado hacia un nuevo derrotero de sucesos. El apremio por disfrutar de unas merecidas vacaciones y la carencia de medios para realizarlas, nos habían puesto en la disyuntiva de cómo poder conseguir dinero rápido a fin de poder lograr nuestro objetivo. Las posibilidades que manejábamos no eran muchas, así que confiamos todo a la diosa fortuna, quién, a dispensas del hábil destino, nos otorgó el segundo premio del TotoBingo. Con dicho módico caudal, nos emprendimos hacia la ciudad feliz. La sucesión de días se realizaba sin mayores novedades, hasta que una noche, dentro del Casino, nos topamos nuevamente con este personaje llamado Marq Maleev. Apeado en la mesa de Black Jack, se lo podía ver como, transpirando, perdía hasta la última ficha. Nos acercamos para saludarlo, pero por toda respuesta obtuvimos un mangueo de fichas a cambio de unos papeles con unos poemas de su autoría. No creo que nos haya reconocido, o tal vez sí, y actuó con astuta inocencia. Perdió hasta lo prestado, enloquecido y furioso, quiso golpear al crupier, pero la seguridad intervino rápidamente y lo sacó a patadas del Casino. Entre insultos del orden de“hijos de una gran siete, en mi casa y al chinchón no me ganan” fue arrojado fuera. De ninguna manera estos poemas valen las fichas dadas.
Carlos Ferreyra – Fernando Marquinez
Mar del Plata – Enero-Febrero de 2004



NOTA SOBRE REMANENTE FOTOCÉNTRICO seguido de SINAPSIS EN DESLIZ

Hemos oído hablar sobre los fugaces y flamígeros encuentros de Marq Maleev con un turbio personaje de la noche con el que componía cadáveres exquisitos a la manera de los surrealistas: H. Syestovski (del que sólo conocemos un lamentable episodio amoroso con una ciega de la calle Borges que referiremos en otra ocasión). Del copioso material suministrado por Maleev en nuestro último encuentro (recordarán los lectores el episodio del casino marplatense), rescatamos dos tríadas con variaciones: “Remanente Fotocéntrico” y “Sinapsis en desliz”. El goteo del alcohol fluía en forma copiosa de estas mentes que se entregaban al sano vicio de la imaginación sin fronteras. Intuímos la escena escrituraria: dos sujetos en un bar, entre copa y copa, apostando dinero en partidas de naipes mano a mano, al menos eso se deduce de los papeles maleevianos. Cuentan las malas lenguas que la oscura reputación de estos individuos y su mal comportamiento provocaban numerosos éxodos forzados de garitos y bodegones, viéndose obligados a continuar sus contiendas en comisarías de la zona, bajo la atónita mirada de la fuerza policial. Ante la total ignorancia de la policía acerca de disputas literarias, se resolvía la pronta absolución de cualquier cargo que se les hubiere imputado. Una vez libres, Maleev y Syestovski seguían caminos diferentes, amenazándose con futuras revanchas. En las variaciones poéticas, como en una payada, se jugaba otra partida, la de la palabra duelista que buscaba la muerte o tal vez un contenido para preñarse.

Carlos Ferreyra, Fernando Marquinez & LucasVini
Rosario, 2004.



NOTA SOBRE LA OSCILACIÓN DEL AZAR

En esta ocasión ofrecemos algunos datos biográficos sobre Marq Maleev que hemos recogido de fuentes fidedignas, tratando de seguir (al menos fragmentariamente) su extraño derrotero. Hijo de inmigrantes búlgaros, se establece con su familia en la provincia de Entre Ríos, a la vera del Paraná a mediados del siglo pasado. Al cumplir diez años muere su padre al ser arrastrado agua adentro por un salminus maxillosus (pez conocido vulgarmente como “Dorado”) de grandes dimensiones que intentaba capturar en un Concurso Internacional de Pesca, organizado por la prestigiosa revista “La Plomada”, realizado en Itá Ibaté (Corrientes). Luego de este terrible episodio Marq lee ávidamente una de las más grandes obras de la literatura universal: Moby Dick, y ensaya sus primeros versos rimados. Pero el trabajo que marca su vida es el libro “Playing Black Jack as a Business”, que agudiza su pasión por los juegos de azar. En la década del 80 realiza dos viajes a Las Vegas, con éxito dispar. En su segunda incursión es deportado por el gobierno yanqui tras haber tenido un altercado con la seguridad del casino “El Doble As” al tratar de introducir australes en las máquinas tragamonedas, luego de fracasar en su intento de hacer saltar, mediante una serie de fraudes, la banca en la mesa de Black Jack. Desencantado, despechado, decide incursionar en la baraja española y en la escritura psicodélica. Como no podía ser de otra manera, incluimos en esta selección, poemas maleevianos sobre su tema preferido: el azar, motor desencadenante de su literatura y sus actos de vida.

CARLOS FERREYRA –FERNANDO MARQUINEZ

Rosario, noviembre de 2004.



NOTA SOBRE TINIEBLA OCULAR

Una noche, mientras buscábamos a Marq Maleev, dimos con un espantoso bodegón que frecuentaba. Al ingresar nos llamó la atención la oscura estampa de uno de los parroquianos. Gracias a los gritos de una camarera cansada de las obscenidades que este personaje le perpetraba, nos enteramos de que se trataba de H. Syestovski, mentado amigo de Maleev, del cual ya habíamos oído hablar. Al enterarnos de tan “ilustre” presencia, decidimos invitarle unas copas. Syestovski sorprendido y emocionado ante la gratuidad de los prometidos tragos, se sentó a charlar con nosotros. La higiene brillaba por su ausencia, las paredes derrochaban humedad. Tres prostitutas miraban con desgano la escena desde una mesa mientras se maquillaban y el dueño del lugar nos escrutaba con desconfianza desde la barra. Syestovski era la Oscuridad caminando y parecía dolido. Cuánta ciega amargura brotaba de su entrecejo... Un vendaje al lado de su ojo revelaba los rastros de una pelea. “Una mujer”, dijo, “esto me lo hizo una mujer con un bastón”. Su dedo señaló la amplia herida. Pedimos ginebra a nuestra cuenta y el sujeto se soltó, la lengua destrabada empezó a dibujar las palabras. Resultó ser que Syestovski había mantenido una tórrida relación con una mujer que vivía en la calle Borges, en el barrio de Palermo. Ella era no vidente. Él le leía y pasaban largas horas caminando por la ciudad. La relación terminó abruptamente. Un día, Syestovski dilapidó todos los ahorros de su dama en las carreras de caballos y la pobre mujer tuvo que salir a mendigar por las calles, no sin antes dejar su señal en el rostro del tipo. Syestovski, que en el fondo la quería, prometió compensarla. Nos dijo que debía pagar su deuda. Nuestra invitación a unas copas, lo puso de buen humor y hasta nos regaló unos versos que compuso en el cenit de su desazón amorosa. Finalizado el diálogo partimos con la sensación de que alguien nos seguía y entonces corrimos, y corrimos, hasta que por fin amaneció.

CARLOS FERREYRA – FERNANDO MARQUINEZ

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